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sábado, 22 de octubre de 2016

En la Querella Argentina: Vicente Cervera Grau


Por: Isabel Cervera

Este 19 de octubre la Querella Argentina crece con dos nuevas denuncias. Ésta es una de esas historias que no dejaré ni dejaremos que caiga en el olvido.

Denuncia asesinato de mi tío-abuelo Vicente Cervera Grau. Causa 1488-39

Mi tío-abuelo Vicente Cervera Grau era natural de Dos Aguas (Valencia). De origen humilde y persona muy humana e instruida intelectualmente, militar de profesión, leal a la causa Republicana (modelo de Estado elegido democráticamente por el pueblo Español en 1931) y capitán de la Batería de Costa de San Felipe en Mahón durante la insurrección fascista. Fue asesinado por estos mediante fusilamiento el 9 de Julio de 1942 a las seis de la mañana en las Glasis de Isabel II de la ciudad de Mahón a los 34 años de edad, junto a otros cinco compañeros. Así consta en el libro “Victimes del Silenci” de Antoni Pons Meliá, escritor balear que sacó del anonimato su nombre y su memoria, así como la de otras/os muchos combatientes que perdieron su vida por la libertad (libro que adjunto).

El 22 de Agosto de 1939 se instruye la causa 1488 de 1939 por los trámites de juicio sumarísimo “de urgencia en esclarecimiento de la actuación durante el dominio rojo en Menorca” según consta en documento de la Auditoria de Guerra de Baleares.

Vicente (mi tío-abuelo) fue detenido en la prisión Militar de Valencia el día 22 de Abril de 1939 (en las llamadas Torres de Quarte, edificación de piedra donde, a causa de las condiciones insalubres y de humedad, enfermó gravemente). Aún enfermo fue trasladado a la prisión del Hospital de Sangre de Mahón el 29 de Mayo de 1940.

Tras aplicarle Consejo de guerra, se resuelve la sentencia dictada en Mahón el día 3 de junio de 1941 y aprobada el 16 de junio de 1941 donde se le condena a 30 años de reclusión mayor como “autor de un delito de adhesión a la rebelión”. Pero esta resolución no es suficiente para el Capitán General, que manifiesta desestimiento al fallo dictado por este Consejo de Guerra, en escrito de 29 de Julio de 1941 y estima procedente imponer la pena de muerte a mi familiar que se aplica, como expongo al comienzo de este escrito, el 9 de Julio de 1942.

De todo ello adjunto la documentación que me ha costado años reunir.

La noticia de este asesinato, que nunca se comunicó a la familia ni por escrito ni de forma oficial, fue recibida por mi bisabuelo Vicente (su padre) en la barbería donde se encontraba, transcurrido un cierto tiempo desde que ocurriera. El resultado para mi bisabuelo fue su muerte a los 73 años de edad a los pocos días de que le comunicara un vecino del pueblo lo sucedido, ya que no pudo soportar ni el dolor ni la injusticia. Murió sin poder ver ni enterrar a su hijo. Adjunto parte de defunción de mi bisabuelo, donde consta la fecha.

Nunca he creído que fuera casualidad que a mi padre lo destinaran a hacer el servicio militar al mismo lugar, La Mola de Mahón, donde su tío estuvo destinado y fue finalmente ejecutado. De hecho cuando mi padre ingresó en filas en 1945 alguien le comentó: “si hubieras estado aquí hace tres años, muy probablemente hubieras formado parte del pelotón que fusiló a tu tío”. Más tarde, en una ocasión en que mi padre decidió ir a visitar la fosa común donde reposaban sus huesos y honrar su memoria -ya que ningún familiar habría podido ir hasta allí con ese cometido-, “alguien” se acercó hasta donde él estaba y le dijo que se fuera de allí ya que si lo veían ante esta fosa podía sufrir consecuencias muy desagradables. Este era el marco de perversión y terror que se sumó al dolor de las familias de las/os desaparecidos y fusilados.

Los restos de mi tío-abuelo reposaron en esta fosa común (adjunto referencia del cementerio) del cementerio de Mahón hasta que en 1950 se remodeló dicho cementerio y una persona solidaria tuvo a bien acoger los dignos huesos de estos luchadores por la libertad en el nicho de su propiedad. De no haber sido así tal vez hoy estarían debajo de cualquier construcción y desaparecidos para siempre. Aún así, ahora mismo se desconoce la existencia de estos seres humanos, ya que sus nombres sólo están en el dolido pensamiento de sus familiares que nunca pudieron rendir el homenaje que a todo ser humano le es necesario para su paz interior desde antes de la civilización que entendemos como tal, es decir los rituales colectivos del dolor que cada cual elige según sus creencias y que en buena parte nos conforman como humanos.

Mi padre, cuenta a sus 93 años con el dolor de una herida abierta permanente y de forma repetitiva, cómo aquel hombre los instruyó, los llevaba libros y juguetes, ya que el fascismo decidió que personas como él no vivieran y por lo tanto muchos/as no tuvieran descendencia (tal vez por aquello del “gen marxista”…aún así y gracias a la vida se propagó lo suficiente para llegar hasta aquí a reclamar justicia). Recuerdo perfectamente cómo hablar de su tío fusilado supuso durante largo tiempo una especie de deshonra, haciéndolo en voz baja y con temor.

No sólo exijo justicia, verdad y reparación hacia este crimen, esta vulneración en masa de los derechos humanos desde el caso que me ocupa, uno más entre miles. Exijo la reparación hacia ese daño moral producido hacia mi padre antes de que termine de recorrer el camino que le ha concedido la vida. Ni la paz ni la democracia pueden construirse sobre los restos de seres humanos aún sepultados en fosas comunes y aún hoy por recuperar. Es la deuda de nuestra generación hacia los/las que lucharon por dejarnos un mundo mejor y su ejemplo fue el de la dignidad.

Cuestiono esta transición perversa y terrorífica desde el momento que se yergue sobre los cimientos nunca depurados de los poderosos que se autodenominaron “vencedores”, sobre nuestros cientos de miles de represaliados/as y muertos y el silencio cómplice de la mayoría de las actuales instituciones sustentadas en la “paz” de los cementerios.

Esta es una apuesta por la humanidad y por la civilización. Ustedes resolverán si vale la pena o no dar ese paso al frente. En cualquier caso, la historia será la realmente legitimada para juzgarnos a todas y a todos. Sería valiente y esperanzador coincidir.

Isabel Cervera es Activista País Valenciá y miembro de LoQueSomos

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