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domingo, 8 de agosto de 2010

FE DEPORTIVA


Alguien dijo que los estadios de fútbol se habían convertido en las nuevas catedrales. Los fervientes seguidores se unen en sagrada comunión para elevar sus plegarias y cánticos al cielo. Se suelen juntar los domingos, el primer día de la semana litúrgica, el dies dominicus (día del señor).

También es conocida la anécdota real de aquel aficionado andaluz que, para cumplir una promesa, acudía todos los domingos a los partidos con las cenizas de su padre en una urna. La cosa se complicó cuando se prohibió entrar envases susceptibles de poder romperse y utilizarlos como arma cortante. Ni corto ni perezoso, nuestro amigo metió las cenizas de su difunto padre en un Tetra Brik. Allí estaban los dos, disfrutando del equipo de sus amores, uno con la camiseta del Betis, el otro con el lema de una leche, eso sí, semidesnatada, que sino el colesterol se pone por las nubes.

Pero la fe ha llegado hasta el punto de utilizar el terreno de juego como camposanto. Sí, los clubs tuvieron que prohibir la creciente costumbre de ir a esparcir las cenizas de los aficionados sobre el terreno de juego.

Cualquiera que se pasee por un cementerio de una gran ciudad se encontrará con nichos y tumbas donde aparecen los escudos de los equipos de fútbol locales. Pero para que vean que esto no es nuevo, ilustro esta nota con la foto realizada en el cementerio de Montjuïc de Barcelona. Es una tumba de finales del siglo XIX, creo. Como ven, en el lugar que suele ocupar la cruz, aquí podemos ver entre sombras (perdón, me deje el flash en casa) un escudo del Barça. Lo dicho, fe deportiva.

© JAVIER CORIA

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